De Valencia a Santiago en diligencia
Siete valencianos peregrinan a
Compostela a bordo de dos carros tirados por ocho caballos
El
tránsito de peregrinos por la comarca es una constante que se acelera a medida
que se acerca el verano. Es habitual verlos caminando, en bicicleta -muchos en
las últimas semanas- y, muy ocasionalmente, a caballo por los arcenes en
determinados tramos de la carretera N-525. Pero lo que no es frecuente es
avistar un grupo como el que ayer y hoy cruza la comarca: Son siete personas y
viajan a bordo de dos carromatos tirados por varios caballos.
Su tránsito no pasa
desapercibido a los vecinos de los lugares por donde atraviesan. Son siete
peregrinos, proceden de varias localidades próximas a Valencia y a la Albufera
(Albal, Catarroja, Torrente y Beniparrell), tienen entre 37 y 56 años y les une
su pasión por los caballos hispano bretones, muy utilizados para los trabajos
en las plantaciones de arroz. Fue esta devoción la que los llevó a cubrir el
trayecto entre su tierra y Santiago de Compostela en dos carromatos tirados por
ejemplares de esta raza equina. Son ocho caballos de tiro y un noveno montado
por la persona que ejerce de avanzadilla para ir despejando el camino y guiar a
sus compañeros por sitios seguros y accesibles.
Desde el pasado día
18 de mayo cubren la última de las tres etapas en que dividieron la ruta, con
salida en Zamora. En el año 2011 hicieron el tramo entre Valencia y Tembleque y
el año pasado el que une esta localidad toledana con la capital zamorana. En
cada una de las tres etapas invierten unas dos semanas.
Ayer hicieron un
alto en el camino para comer en un restaurante de las afueras de Silleda y
tenían previsto hacer noche unos kilómetros más adelante. Su intención es
llegar mañana por la noche a la capital de Galicia, si bien no podrán acceder
con sus vehículos y monturas a la Praza do Obradoiro hasta el viernes por la
mañana; en concreto, han sido autorizados a las 9:30 horas.
Carmelo Rodríguez,
uno de los integrantes de la comitiva, explica que su intención era recrear los
desplazamientos de los antiguos arrieros, "ver lo que padecía la gente en
aquellos tiempos". Pero se toparon con los inconvenientes de la modernidad,
en forma de autovías o trazados ferroviarios que atraviesan, e invalidan en
parte, los caminos tradicionales. Otra pequeña odisea fue atravesar ciudades
como Albacete, Ávila, Toledo, Zamora u Ourense.
Lo mejor de la ruta
es "el contacto con la gente en los pueblos, se volcan contigo",
relata Carmelo, integrante de un grupo variopinto en el que hay autónomos,
funcionarios y agricultores. Aunque varios habían estado ya en Galicia, ninguno
conoce Compostela. "¡A cuarenta kilómetros, no nos lo podemos creer!",
comentaban ayer delante de un restaurante de A Mera (Silleda), mientras
aguardaban la llegada de un herrador para colocar la herradura que había
perdido uno de sus caballos. La convivencia con los animales es otra de las
"gratas experiencias" de la ruta. "Dormimos en los carros, con
los caballos al lado, estamos todo el tiempo juntos", cuentan, impacientes
por trasladar al Apóstol "mensajes" que les fueron dando por el
camino.
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